El Profe
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCaW2qJIW8DY5M4_CSqUzmcJ1A_O1DBzIexOO0MgXYyz6tB64DkQrTmoI-SLyhXvEqu0sCN9L4Ja71pDvF-YgmOJDwQlbTzJy_kaZPLCUddrG_5thg8NwfZ31Z2Y3TRqklOwIlChbAbDU/s200/profe.jpg)
Al
terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos
documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y
en forma desafiante le dijo:
- Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora.
- Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora.
El
alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro
reaccionara ofendido y descontrolado.
El
profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
- Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes?
- Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes?
El
alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
- Por supuesto que no – contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
- Por supuesto que no – contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
-
Bueno, – prosiguió el profesor -, cuando alguien intenta ofenderme o me dice
algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y
rencor, que puedo decidir no aceptar.
- No
entiendo a qué se refiere. – dijo el alumno, confundido.
-
Muy sencillo, – replicó el profesor -, tú me estás ofreciendo rabia y desprecio
y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y
yo, mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad.
Muchacho,
– concluyó el profesor en tono gentil -, tu rabia pasará, pero no trates de
dejarla conmigo, porque no me interesa.
Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.
Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.
Cada
día, en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o
sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo
tendrás hasta que decidas cambiarlo.
Si te ofrecen envidia, rabia e insultos y decides no aceptarlos, continurán perteneciendo a quién los llevaba consigo.
Si te ofrecen envidia, rabia e insultos y decides no aceptarlos, continurán perteneciendo a quién los llevaba consigo.